Los errores en la aplicación de la política pesquera común al Mediterráneo.
Catedrático de la Universidad de Alicante, presidente del Foro Científico para la Pesca Española en el Mediterráneo y miembro del Consejo Científico del Comité Español del Programa MaB. Director Científico del Máster en gestión pesquera sostenible. Sus líneas de investigación se han centrado en el estudio de los ecosistemas marinos, los impactos de las actividades humanas sobre ellos y la gestión de los recursos vivos marinos. Además ha asesorado a numerosas entidades y empresas sobre la reducción de los efectos las actividades humanas sobre los ecosistemas marinos y la gestión sostenible de los recursos.
Universidad de Alicante
La política pesquera es una competencia de la Unión Europea que se ha aplicado tarde y mal en el Mediterráneo. Lejos quedan los tiempos en los que desde Europa se financiaba la modernización y nueva construcción de embarcaciones que en la práctica supuso un aumento desmesurado de la potencia instalada. En parte, los problemas actuales derivan de aquellas políticas erróneas. En la reforma de 2002 se estuvo planteando, además, eliminar la “excepción mediterránea” e imponer un sistema de gestión basado en TACs y cuotas que afortunadamente no se llevó a cabo.
La última reforma de la PPC de 2013 tiene como objetivo garantizar la sostenibilidad de la pesca de la Unión desde los puntos de vista medioambiental, económico y social, algo que parece que al Mediterráneo no aplica.
Una de las medidas incluidas en dicha reforma es la obligación de desembarque. Esta medida está pensada para las pesquerías atlánticas reguladas por TACs y cuotas donde soluciona algunos problemas de este sistema de gestión, pero se extendió al Mediterráneo lo que generaba una situación absurda por su ineficacia (no sirve para reducir los descartes), y los problemas logísticos y de vigilancia que ocasionaba. En este caso se han aplicado una serie de excepciones que han dejado la medida sin aplicarse hasta el momento, pero no se ha eliminado y, en cualquier momento, podría volver a ponerse sobre la mesa.
También establecía que para el año 2020 todas las pesquerías de la Unión Europea deberían estar en rendimiento máximo sostenible. Este planteamiento supone implícitamente cambiar este punto de referencia de objetivo (hacia donde debemos tender) a límite (no se debe rebasar en ningún caso lo que tradicionalmente se aplicaba a valores que indicaban peligro de colapso para las poblaciones).
Sin embargo, mientras la Unión Europea estaba dando pasos en las pesquerías atlánticas mejorando su situación no se hacía nada en las pesquerías mediterráneas. Finalmente, en 2019, se aprobó el plan multianual para gestión de los recursos demersales del Mediterráneo Occidental (WMMAP) que suponía el primer intento serio de abordar la problemática de los recursos en el Mediterráneo. El WMMAP introducía planteamientos interesantes como la gestión basada en el esfuerzo frente al la gestión tradicional en Europa que está basada en TACs y cuotas y que no es adecuada para las pesquerías mixtas mediterráneas. El objetivo de este Plan era conseguir que se recuperasen las poblaciones sin continuar con la reducción de flota para asegurar el futuro de la pesca en el Mediterráneo. Sin embargo, aunque la idea era positiva, su implementación tiene muchos aspectos discutibles. En primer lugar, llegó tarde ya que entró en vigor cuando ya se debían haber alcanzado sus objetivos. Además, la división entre días de costa y de profundidad no se adecúa a la realidad del sector y genera muchos problemas de gestión. En segundo lugar, incorpora una duplicidad absurda al introducir al mismo tiempo la gestión por tiempo de pesca y por cuotas para gamba roja. Tampoco es razonable plantear en pesquerías tan diversas como las del Mediterráneo que el objetivo sea la intensidad de pesca de la especie más sensible lo que inevitablemente provocará la subexplotación del resto de recursos. El plan establece una veda hasta 100 metros para proteger los juveniles de merluza que sabemos que se encuentran principalmente en otro rango de profundidades, aunque esta veda ha podido ser substituida por otras vedas.
espaciotemporales que debían garantizar la protección del 20% de la merluza, algo difícil de demostrar. El plan se basa principalmente en la reducción progresiva de días de pesca y otras medidas (selectividad, vedas temporales y permanentes) quedan abiertas a las iniciativas voluntarias de los estados y el sector.
Como se empezó tarde y estábamos muy lejos de los objetivos marcados el plan establecía que en los primeros 5 años la reducción sería, como máximo de un 40 % y la reducción real ha estado cercana a esta cifra. A pesar de la importante reducción del esfuerzo apenas se nota la recuperación de las poblaciones probablemente debido a que necesiten más tiempo para recuperarse y a que también pueden estar afectando otros factores al margen de la pesca.
La propuesta presentada para 2025 por la Comisión, una vez ya no existe el límite del 40%, es muy drástica e incumple los objetivos de la política pesquera común ya que no combina los puntos de vista medioambiental, económico y social. A corto plazo se producirán pérdidas notables en las empresas que, aunque pudieran compensarse con ayudas, difícilmente estas ayudas alcanzarán a las tripulaciones y al resto de tejido social que existe alrededor de las pesquerías mediterráneas. Hay que tener en cuenta que dos terceras partes de los ingresos de las cofradías provienen del arrastre y si esta modalidad deja de aportar pescado regularmente la mayoría de las lonjas probablemente tendrá que cerrar provocando un efecto en cadena sobre otras modalidades de pesca. Para cuando las poblaciones se recuperen y se suavicen las restricciones la mayoría de las empresas habrán cerrado y los derechos de pesca se habrán concentrado en los pocos que no hayan echado el cierre. No parece un escenario razonable en ningún caso. Probablemente esta propuesta inicial se suavice, pero marca el camino hacia donde se quiere dirigir la pesca mediterránea que puede sufrir cambios drásticos en muy poco tiempo.
El problema de fondo es que en Europa no se comprende el Mediterráneo y sus singularidades y se pretenden eliminar. Un futuro con menos barcos y menos puertos pesqueros no es el que deseamos para el Mediterráneo.
GESTIÓN DE LA PESCA EN BASE A MEDIDAS TÉCNICAS LA NECESIDAD DE UN NUEVO MARCO PARA LA MAR MEDITERRÁNEO.
José Mª Bellido Millán, José Luis Sánchez Lizaso, Ana Carbonell Quetglas, TeresaGarcía Jiménez, Jorge Baro Domínguez, Julio Valeiras Mota
Instituto Español de Oceanografía
Universidad de Alicante
España.
Gestión de la pesca en base a las medidas técnicas la necesidad de un nuevo marco para el Mediterráneo
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